Nada en el escenario presagiaba oscuros textos y dolores añejos. La novedad se percibió como una entrega natural a la confianza, otorgando al paisaje el surtido de sonrisas necesarias de otro tiempo.
Fue palpable, sin dudas como balas, el afecto que concedía bondad y respeto a esa sucesión de pájaros redimidos. Negros.
Porque sólo este sueño ha podido hasta ahora conmutar aquél rencor y las preguntas veladas como a muertos.
Y tu palabra abarca lo ancho de mi cama para tocarte los ojos.
Nuevamente amanece y es seis de mayo.
3 comentarios:
Buenas :)
Te dejo un saludito, y te agradezco por haber pasado por La lectora en la ciudad.
Un abrazo!
Me alegra mucho tener noticias tuyas!
Te envío un beso muy fuerte.
Causalidades. Gracias por tu bienvenida!
Publicar un comentario